Vuestro odio a los colores ha acabado con ella: vuestro odio a lo pagano y las cuchillas. Flamsteed alejándola de su dolor de estómago: es mi estructura, junto a ella moriré.
Tenéis cuanto queríais. Era Alicia: no el diamante. Ningún destrozo: sí dabais la espalda, mordíais muy profundo. Un mecanismo fácil. Una labor sencilla. Tragad. Despidiéndoos como si fuera la última cerveza junto a vuestros chicos preferidos. Las bombillas son frágiles: igual que sus hilos, terminó rota.
ojos de sapo, mi noche esférica, caries en el saludo, inevitable vomitar: cuanto queríais, en vuestras manos. Sois felices, lo conseguisteis.
Reencarnados en mujeres y en hombres, bailáis con vosotros mismos mientras se oxida vuestra lengua de oro falso:
por error, pisasteis charquitos de saliva venenosa, manchasteis la entrada al dormitorio.
Os empeñáis en un nombre del que ella carece, llamándola te quise siempre, estrecho tu mano, no conozco otro dolor que no haya sido nuestro.
Lo habéis conseguido. Acabasteis con ella. En vuestra mesilla de noche respira minúscula por no despertaros: menos aire, menos aire, pequeña, tonta.
¿Besaréis su cadáver?
***
elena medel
*
Tritanopia
Vosso ódio às cores acabou com ela: vosso ódio ao pagão e aos cutelos. Flamsteed afastando-a de sua dor de estômago: é a minha estrutura, junto a ela morrerei.
Tendes quanto queríeis. Era Alicia: não o diamante. Nenhum destroço: sim dáveis as costas, mordíeis muito fundo. Um mecanismo fácil. Um trabalho simples. Tragai. Despedindo-os como se fosse a última cerveja junto de vossos amigos preferidos. As lâmpadas são frágeis: tal como seus filamentos, acabou partida.
olhos de sapo, minha noite esférica, cáries na saudação, inevitável vomitar: quanto queríeis, em vossas mãos. Sois felizes, conseguistes.
Reencarnados em mulheres e homens, bailais convosco mesmos enquanto se oxida vossa língua de ouro falso:
por engano, pisastes pocinhas de saliva venenosa, manchastes a entrada do dormitório.
Empenhais-vos num nome de que ela carece, chamando-a te quis sempre, aperto tua mão, não conheço outra dor que não tenha sido nossa.
Conseguistes. Acabastes com ela. Na vossa mesinha de cabeceira respira minúscula para não vos despertar: menos ar, menos ar, pequena, tonta.
Beijareis seu cadáver?
[trad: cas]
Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable.
Cuando una de nosotras muere
exhiben su cadáver en los parques públicos, los niños se acercan para curiosear en su garganta de hojalata, se celebran festines con moscas y gusanos, me cae mal porque me hizo sonreír a mí, que soy tan triste.
A los treinta días exactos de su muerte el cuerpo de esta extraordinaria raza
se autodestruye, y a las puertas de vuestras casas llaman los restos del alma de las mujeres sobrenaturales,
chocan contra vuestras paredes, sus empastes y sus uñas agujerean vuestras ventanas
hasta que sangran nuestras aortas clavadas en la tierra, igual que las raíces.
Al morir nos abren el estómago, examinan con los dedos su interior, rebuscan entre las vísceras el mapa del tesoro,
sacan sus dedos negros de todos los poemas que se nos han quedado dentro con los años.
Un espectáculo.
Pertenezco a una raza desarrollada más allá de los púlpitos. Soy una de ellas porque mi corazón mancha al tomarlo entre las manos, porque coincide en tamaño con el hueco de un nicho;
fresco y dulce como el de un animal, chupad mi corazón para que, al morir, sepan que hemos estado juntos.
Soy una de ellas porque mi corazón será abono. Porque mi sangre, que es la suya, sube y baja por mi cadáver como por escaleras mecánicas;
porque el fundamento de mi carácter, al descomponerse, se incorpora a una especie salvaje
que ladra y que hiere y que te lleva a su terreno, que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá.
***
elena medel
*
Sólo yo sé cuándo sobrevivimos.
Lo sé porque mis dedos
se transforman en lápices de colores.
Lo sé porque con ellos
dibujo en las paredes de tu casa
mujeres con rostro de epitafio.
Porque, a la caricia de la punta,
comienza el derrame de los cimientos
formando arco iris en la noche.
Porque, al escribir testamentos
en el suelo, se remueven las vísceras
de azúcar, y trepan tus raíces.
Grabo versos de colores fríos
en tu piel, de arquitrabe a basa,
y les llueve y los diluye, y compruebo
que la lluvia suena como hacen al caer
las canicas brillantes y naranjas
que cambiaba en el patio del recreo,
poco antes de calzar mi primer bikini.
Hoy guardo las canicas, como un apagado
tesoro, en los huecos de otras espaldas.
Pinto también en la terraza de enfrente
un jardín de lápidas cálidas y hermosas.
Trazo como una medusa de bronce,
un paraíso de cadenas hendiendo en mantillo
el valle diminuto que proclama que es frágil
y sin embargo, dirás tú, sobrevive.
***
elena medel
cordoba, 1985
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