Veo un santón untado de ceniza
entonando mantras tendido en el suelo
en la estación de Agra.
Sus piernas huesudas y sus harapos
manchados de gris
recuerdan los restos de una hoguera
recién apagada
que aún crepita a mi lado.
Algunos hombres sentados
con las rodillas a la altura de los hombros
me miran y sonríen con su boca de piano.
Veo los saris de colores
de las mujeres,
veo el polvo rojo
del pelo de las casadas
y el amarillo del de las viudas.
Masco un tabaco granate
que escupo torpemente.
Una mujer me ofrece un caramelo
marrón oscuro.
Sabe ácido, dulce, salado y agrio.
A veces sabe a pepino
y otras a Coca Cola.
Un tren destartalado silva.
Recuerda tiempos de colonos
de lenguas y costumbres extrañas.
La algarabía aumenta.
Todos gritan en hindi
para llamar la atención del extranjero.
Pequeños vendedores ambulantes
se cogen de mi mano
y me ofrecen collares.
Acaricio una pequeña talla de Ghanesa
que un niño me vende
para que me dé suerte.
Es suave y huele a bosque.
Me penetra el olor a sudor
de los vagones
y el del curri.
Todo huele a cúrcuma
en La India.
Y a incienso
y a bidis
y a basura.
Y huele a niño
bebiendo leche.
Y huele a enfermo
y a viejo.
En La India
se mascan
y se huelen,
y se tocan,
y se miran
la vida misma
y la misma muerte.
***
sonia san román
villamediana de iregua, 1976
*
A ÍNDIA
Vejo um santo coberto de cinza
Entoando mantras estendido no chão
Na estação de Agra.
Suas pernas ossudas e seus trapos
Manchados de cinzento
Recordam os restos duma fogueira
Recém-apagada
Que ainda crepita a meu lado.
Alguns homens sentados
Com os joelhos à altura dos ombros
Olham-me e sorriem com sua boca de piano.
Vejo os saris às cores
Das mulheres,
Vejo o pó vermelho
Do cabelo das casadas e o amarelo do das viúvas.
Masco um tabaco granate
Que cuspo torpemente.
Uma mulher oferece-me um caramelo
castanho escuro.
É ácido, doce, salgado e azedo.
Às vezes sabe a pepino
E outras a Coca Cola.
Um comboio destruído apita.
Lembra tempos de colonos
De línguas e costumes estranhos.
A tagarelice aumenta.
Todos gritam em hindi
Para chamar a atenção do estrangeiro.
Pequenos vendedores ambulantes
Agarram-me a mão
E oferecem-me colares.
Acaricio uma miniatura de Ganesha
Que uma criança me vende
Para me dar sorte.
É suave e cheira a bosque.
Entranha-se-me o cheiro a suor
Dos vagões
E o do caril.
Tudo cheira a açafrão
Na Índia.
E a incenso
E a beedis
E a lixo.
E cheira a menino
Bebendo leite.
E cheira a doença
E a velho.
Na Índia
Mascam
e cheiram
e tocam
e olham
a própria vida
e até a morte.
*
[trad: cas]
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