se vacía boca abajo como a una caja de cachivaches- ese impulso y está que arde
al poema
se lo regala, es como una avenida
de pulidos cantos
que vocean acerca del valor de una nevera sin comida, con cuatro hijos: aprendizaje de cómo el hambre no se sosiega con el discurso. Pero ella lo intenta: y ésta fue nuestra primera sesión de lo que duele
así arrastramos la guerra y la posguerra hasta aquí mismo. Nosotras jugábamos intentando llevarnos, literalmente, el gato al agua. Segunda sesión de lo que duelen los torturados, cuando se revuelven
regresemos a Mesa y López: dorada la riqueza, por el salitre se va asimilando a nuestro espíritu, a los calambres, a la carcoma en el chasis. Él señala con su dedo escayolado y grita un nombre propio. Tercera sesión, duele la hermosa virgen por elegida, de viva voz
pero seguimos en honor a mi abuela: como ella barrimos los abusos bajo la alfombra y el hambre que arde
al poema deja caer,
agitando la caja.
Cuarta sesión: duele seguir
Quarta sessão: dói continuar
*
[trad: alberto miranda]
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